Girando la llave hacia la izquierda ya siento la proximidad de mi casa, apenas detrás de la puerta.
Me gusta imaginar que se abre mágicamente invitándome a pasar.
Ya en el interior, dejando atrás todo peligro, en el pequeño hall aparece una pieza romana colgando de la pared.
Frente a mí, una abertura me invita a entrar a la cocina, situación que me pone bastante nervioso, ya que no acostumbro cocinar. De no ser por el pequeño canario mecánico que me saluda al chisquiar mis dedos, nada mas me llama la atención de ese lugar reservado solo para situaciones de compañía.
Girando a mi derecha entro en un pequeño pasillo, sobre ambas paredes, conviven fotografías de viajes que minuciosamente he colocado para no olvidar que existe un mundo allá afuera.
Antes de llegar a la diminuta mesa donde habita el teléfono, acompañado de una cuadrito donde mi mejor amigo y yo estamos abrazados, aparecen dos monedas antiguas.
Le sigue un cuadro de Michelangelo “la creación de Adán”, curiosa perspectiva del hombre unido a Dios. Entre el primero y el segundo cuadro de un tal Claude Monet, se ilumina una ventana fija cuya luz penetra desde la cocina.
A noventa grados nace la otra pared, sostenida por un cuadro desconocido que deja ver, a través de su vidrio, unas hojas color púrpura.
Seguidamente un bastón de caña, que ahora se pierde en mi habitáculo pero en otros tiempos supo sostenerme en una caminata interminable de setenta kilómetros, descansa.
Sobre el piso, una mesa de madera económica, deja reposar sobre su lomo una vieja Rémington, muda e imperturbable, la cual se adueña de todas mis esperanzas de ser escritor…esperándome.
Detrás de mí, emerge desde la base un placard que guarda celosamente mi ropa.
Bajando un escalón, me encandilan las botellas de whisky, haciendo suyos reflejos de claridad que ingresan desde el ventanal que da a la calle.
Con una medida generosa de Jack Daniels en la mano miro hacia el balcón que alguna vez supo volar, y aparecen cientos de ventanas ajenas a mí.
Pisando el segundo nivel, esta mi escritorio escoltado por dos impresoras.
Sobre su tapa un reloj, varias fotos entre las que se destaca la de mi padre, una pequeña pelota naranja, una flor hecha con papel de cigarrillo y un maravilloso árbol de alambre.
Antes de llegar al ventanal, la televisión escupe colores y sonidos.
Detrás mío la cama invita, no se a que, pero invita; la observa un tapiz que cuelga de la pared.
El ventilador es un habitante más de esta casa.
Sobre la silla del escritorio me veo a mí, escribiendo, no quiero interrumpirme así que me voy a dejar solo.
Recostado sobre mi cama, me fui en un sueño a otra parte.
26 abril 2010
02 marzo 2010
La última calle
Como en un barco en medio de una tormenta brava y espesa, mi cuerpo tiembla desesperado de amor.
Llueve y la ciudad no me da mucha esperanza.
Sobre el empedrado mis tacos luchan por no caer entre sus grietas, como cae y penetra tu cuerpo sobre el mío cada jueves.
Delante de mí, luchando con la lluvia, mi paraguas me guía como si tuviera vida propia; como si fuera él quien quiere que te encuentre.
Cruzo avenidas como la niña que tiene toda su vida del otro lado de algo.
Mis manos sudan sal de amor.
Cada tanto me detengo para ver el camino, que aunque no quiera, me lleva hacia ti, siempre.
Mi cuerpo sufre leves espasmos anticipando tus caricias de locura.
Todo es húmedo debajo de mi techo de tela.
Son cinco cuadras donde el tiempo pierde sus segundos.
No se que hora es, ni me importa.
Dudo. Solo un instante, pero dudo… ¿estarás esperándome?
Te veo al otro lado de la calle, te siento.
Corro a tu encuentro dejando el paraguas detrás, te miro y te beso.
Mi cara mojada esconde las lágrimas de amor que nunca habrás visto, esas gotas que solo te mostraré, el día que no estés al otro lado de la última calle.
Llueve y la ciudad no me da mucha esperanza.
Sobre el empedrado mis tacos luchan por no caer entre sus grietas, como cae y penetra tu cuerpo sobre el mío cada jueves.
Delante de mí, luchando con la lluvia, mi paraguas me guía como si tuviera vida propia; como si fuera él quien quiere que te encuentre.
Cruzo avenidas como la niña que tiene toda su vida del otro lado de algo.
Mis manos sudan sal de amor.
Cada tanto me detengo para ver el camino, que aunque no quiera, me lleva hacia ti, siempre.
Mi cuerpo sufre leves espasmos anticipando tus caricias de locura.
Todo es húmedo debajo de mi techo de tela.
Son cinco cuadras donde el tiempo pierde sus segundos.
No se que hora es, ni me importa.
Dudo. Solo un instante, pero dudo… ¿estarás esperándome?
Te veo al otro lado de la calle, te siento.
Corro a tu encuentro dejando el paraguas detrás, te miro y te beso.
Mi cara mojada esconde las lágrimas de amor que nunca habrás visto, esas gotas que solo te mostraré, el día que no estés al otro lado de la última calle.
25 febrero 2010
No somos poetas
No somos poetas porque no morimos
ni siquiera viendo como mueren otros.
No somos poetas porque hemos crecido
de golpe y con prisa pisando despojos.
Porque imaginamos que somos humanos.
Porque no besamos cerrando los ojos,
y frente a lo que queda de un espejo roto,
poco nos importa el rostro del otro.
No somos poetas porque nos cansamos
y damos por hecho lo que no empezó,
y porque jamás abrazamos un sueño
diciendo después…!se nos escapó!
No somos poetas porque somos ciegos
y el mar que amanece nunca nos tocó.
Porque ni siquiera rozamos la culpa
y porque la lluvia nunca nos mojó.
No somos poetas porque no aprendimos
la lección suprema que nos da el amor.
No somos poetas porque nos mentimos
creyendo que somos un poco mejor.
No somos poetas porque la poesía
habita debajo del ego reinante.
Mientras que nosotros jugando a ser grandes,
perdemos la gracia en solo un instante.
Somos argentinos,
pero no poetas.
ni siquiera viendo como mueren otros.
No somos poetas porque hemos crecido
de golpe y con prisa pisando despojos.
Porque imaginamos que somos humanos.
Porque no besamos cerrando los ojos,
y frente a lo que queda de un espejo roto,
poco nos importa el rostro del otro.
No somos poetas porque nos cansamos
y damos por hecho lo que no empezó,
y porque jamás abrazamos un sueño
diciendo después…!se nos escapó!
No somos poetas porque somos ciegos
y el mar que amanece nunca nos tocó.
Porque ni siquiera rozamos la culpa
y porque la lluvia nunca nos mojó.
No somos poetas porque no aprendimos
la lección suprema que nos da el amor.
No somos poetas porque nos mentimos
creyendo que somos un poco mejor.
No somos poetas porque la poesía
habita debajo del ego reinante.
Mientras que nosotros jugando a ser grandes,
perdemos la gracia en solo un instante.
Somos argentinos,
pero no poetas.
09 febrero 2010
El viejo
Hacía cinco días que obligaba a mi memoria al difícil trabajo de la recordación.
Difícil para mí, que ya tengo ochenta y cinco años.
Hamacándome en mi sillón de mimbre, lento en mis movimientos, frotando mis sienes con mis viejas manos, trato que mi alma invite a mi mente a una evocación lejana. Tan lejana que apenas guardo una reminiscencia de ella.
Se que era niño, tengo una débil, pero creo acertada, remembranza de ello.
Pensarás que no tengo otra cosa que hacer, y estas en lo cierto.
A mi edad, cada vez con más frecuencia, me entrego a la rememoración de lo que viví. Sobre todo a mis épocas de niño.
Ese tiempo donde envejecer era una utopía.
Difícil para mí, que ya tengo ochenta y cinco años.
Hamacándome en mi sillón de mimbre, lento en mis movimientos, frotando mis sienes con mis viejas manos, trato que mi alma invite a mi mente a una evocación lejana. Tan lejana que apenas guardo una reminiscencia de ella.
Se que era niño, tengo una débil, pero creo acertada, remembranza de ello.
Pensarás que no tengo otra cosa que hacer, y estas en lo cierto.
A mi edad, cada vez con más frecuencia, me entrego a la rememoración de lo que viví. Sobre todo a mis épocas de niño.
Ese tiempo donde envejecer era una utopía.
26 enero 2010
El árbol
Se despertó temprano, más temprano que de costumbre, cruzó despacio el corredor hasta llegar a la puerta del baño. Ya adentro se miró en el espejo y sonrió, faltaban solo dos horas para verla.
Ella no durmió, o al menos tuvo esa sensación; generalmente las personas duermen aún en la noche más tensa. Sabía que iba a ser un día especial, único e inolvidable.
Todo estaba programado.
La cita era en el parque, debajo del viejo árbol. El llegó primero, como todo caballero, se sentó junto al viejo macizo y esperó, como quien espera seguir soñando luego de despertarse.
Luego de estar quince minutos en trance, se recuperó y prendió un cigarrillo. Eso le daba más confianza.
Ella tomo el camino por detrás del parque, no quería que la viera, tal vez por ese caminar torpe que tienen los adolescentes, y que a ella le daba vergüenza. Rodeó el árbol como escondiendose y lo observó; se estremeció como la primera vez que lo había visto en la escuela.
Sin decir una palabra se abrazaron, acariciándose como si fuera la primera vez…y lo era.
Sentados y perdidos todo fue confusión, la hermosa confusión de no saber, el le quito sus zapatos colegiales, sus medias y acaricio sus pies fríos como el hielo, tal vez por inocencia adolescente o tal vez por la sabiduría de presentir que es un buen camino.
Ella se colgó de sus hombros, se aferró lo más fuerte que pudo, miró sus ojos y lo besó. El se dejo llevar por ella, años mas tarde comprendería que todos los hombres lo hacen por una mujer hermosa.
Se arremolinaron, se mezclaron, se perdieron en el juego de las hormonas, Sudaron, gritaron y por un breve instante adolescente fueron uno.
Mientras ella se ponía las medias, el prendió otro cigarrillo.
En lo alto, las hojas del viejo árbol temblaron, lloraron…el viejo árbol murió…tardara muchos años en caerse, no pudo soportar tanta soledad.
Ella no durmió, o al menos tuvo esa sensación; generalmente las personas duermen aún en la noche más tensa. Sabía que iba a ser un día especial, único e inolvidable.
Todo estaba programado.
La cita era en el parque, debajo del viejo árbol. El llegó primero, como todo caballero, se sentó junto al viejo macizo y esperó, como quien espera seguir soñando luego de despertarse.
Luego de estar quince minutos en trance, se recuperó y prendió un cigarrillo. Eso le daba más confianza.
Ella tomo el camino por detrás del parque, no quería que la viera, tal vez por ese caminar torpe que tienen los adolescentes, y que a ella le daba vergüenza. Rodeó el árbol como escondiendose y lo observó; se estremeció como la primera vez que lo había visto en la escuela.
Sin decir una palabra se abrazaron, acariciándose como si fuera la primera vez…y lo era.
Sentados y perdidos todo fue confusión, la hermosa confusión de no saber, el le quito sus zapatos colegiales, sus medias y acaricio sus pies fríos como el hielo, tal vez por inocencia adolescente o tal vez por la sabiduría de presentir que es un buen camino.
Ella se colgó de sus hombros, se aferró lo más fuerte que pudo, miró sus ojos y lo besó. El se dejo llevar por ella, años mas tarde comprendería que todos los hombres lo hacen por una mujer hermosa.
Se arremolinaron, se mezclaron, se perdieron en el juego de las hormonas, Sudaron, gritaron y por un breve instante adolescente fueron uno.
Mientras ella se ponía las medias, el prendió otro cigarrillo.
En lo alto, las hojas del viejo árbol temblaron, lloraron…el viejo árbol murió…tardara muchos años en caerse, no pudo soportar tanta soledad.
El miedo
La mirada lo decía todo, tenía el color del agua sucia estancada en un recipiente plástico.
Su nariz aguileña, apuntando hacia mí, parecía una espada oxidada de doble filo; cuya punta rozaba mi cuello.
Si bien era de día, todo se tornaba noche frente a su figura curvada y sin alma.
Emanaba una especie de vapor de maldad de su oscuro cuerpo inmóvil, pero dispuesto a matar.
Hubiera escapado, pero no pude.
Se llamaba miedo y acabó conmigo.
Su nariz aguileña, apuntando hacia mí, parecía una espada oxidada de doble filo; cuya punta rozaba mi cuello.
Si bien era de día, todo se tornaba noche frente a su figura curvada y sin alma.
Emanaba una especie de vapor de maldad de su oscuro cuerpo inmóvil, pero dispuesto a matar.
Hubiera escapado, pero no pude.
Se llamaba miedo y acabó conmigo.
Zulma
Pequeña, bella. Con delicada entereza.
Feliz gemía hacia inmensas junglas lejanas.
Moviéndose necesariamente oblícua.
Perverso quiste redondo…sutíl.
Tenáz, única y verdadera. Zulma.
Feliz gemía hacia inmensas junglas lejanas.
Moviéndose necesariamente oblícua.
Perverso quiste redondo…sutíl.
Tenáz, única y verdadera. Zulma.
Volver
(Marion Cymbalista - Carlos Rivero)
Eran las cinco de la mañana y la noche se presentaba interminable, no quería volver a casa.
Deambulaba de un lado a otro como un perro buscando a su dueño.
¿Volver? –me preguntaba a mi mismo.
¿Volver a donde?
Eso, ¿volver adonde?, si para volver hay que haber salido. Pero esta todo tan quieto.
Tanto grito ahogado. Volver.
Si, volver, pero no encuentro por donde.
Seis pasos por acá, unos más por allá. Descanso, observo.
Volver…volver…volver.
Pero, ¿a que lugar?
Para que volver donde ya no estamos.
Maldita tendencia a repetirse, maldita noche interminable que espera que me canse.
¡No voy a volver!
Lo juro.
Aunque no esta bien jurar, pero lo juro de todas formas.
No voy a volver, no quiero volver…
El mundo se divide entre aquellos que se fueron y aquellos que vuelven, y yo…
Yo no voy a volver.
Eran las cinco de la mañana y la noche se presentaba interminable, no quería volver a casa.
Deambulaba de un lado a otro como un perro buscando a su dueño.
¿Volver? –me preguntaba a mi mismo.
¿Volver a donde?
Eso, ¿volver adonde?, si para volver hay que haber salido. Pero esta todo tan quieto.
Tanto grito ahogado. Volver.
Si, volver, pero no encuentro por donde.
Seis pasos por acá, unos más por allá. Descanso, observo.
Volver…volver…volver.
Pero, ¿a que lugar?
Para que volver donde ya no estamos.
Maldita tendencia a repetirse, maldita noche interminable que espera que me canse.
¡No voy a volver!
Lo juro.
Aunque no esta bien jurar, pero lo juro de todas formas.
No voy a volver, no quiero volver…
El mundo se divide entre aquellos que se fueron y aquellos que vuelven, y yo…
Yo no voy a volver.
19 enero 2010
Felicidad
Es media partitura interminable
Mi mano acariciando un instrumento
Con ella toco mal las melodías
Con la otra las aristas de tu cuerpo
Es tiempo arrebatado al mediodía
La luna dejándose llevar
El alba en la playa de mis días
Las ganas cumplidas por azar
Mis ojos alumbrando otras miradas
La vaga sensación de no saber
El futuro imperfecto de mi vida
El fuego que enciende mi parecer
La calma en el medio de la nada
Llamando a una tormenta suavizada
El alud de palabras que le llegan
Al poeta que escribe madrugadas
Las lagrimas que limpian las pupilas
Del niño abrazado de algún sueño
El barco de la infancia navegando
Sin llegar jamás a ningún puerto
La magia del que vivió largo tiempo
Gastando su boca a carcajadas
Y al ver que le quedaba poca vida
Soñando que era joven se moría
Mi mano acariciando un instrumento
Con ella toco mal las melodías
Con la otra las aristas de tu cuerpo
Es tiempo arrebatado al mediodía
La luna dejándose llevar
El alba en la playa de mis días
Las ganas cumplidas por azar
Mis ojos alumbrando otras miradas
La vaga sensación de no saber
El futuro imperfecto de mi vida
El fuego que enciende mi parecer
La calma en el medio de la nada
Llamando a una tormenta suavizada
El alud de palabras que le llegan
Al poeta que escribe madrugadas
Las lagrimas que limpian las pupilas
Del niño abrazado de algún sueño
El barco de la infancia navegando
Sin llegar jamás a ningún puerto
La magia del que vivió largo tiempo
Gastando su boca a carcajadas
Y al ver que le quedaba poca vida
Soñando que era joven se moría
Comprensión
Querido santa, desde mi mas pura inocencia podría aceptar que no tenés tiempo para llegar a todas las casas de los niños.
No se cuantos seremos pero imagino que muchos, repartidos por todo el mundo, que no solo pienso redondo, sino que además resbaloso.
Deberías contratar más enanos para tu fábrica de juguetes, podrías visitar todos los circos del mundo y darles empleo a esos chicos grandes con caras tristes, serian más felices.
Claro que habría menos enanos en los circos y eso seria un problema. A los niños nos gustan los enanos, están a nuestra altura.
Y si cambias a los renos por tigres?
Podrías bajar en la selva…nadie notaría la diferencia.
Y si te buscas una novia?.
Escuche por ahí que el amor resuelve un montón de cosas.
Ella podría ayudarte a envolver los juguetes en esos papeles coloridos y brillantes y además podría conducir tu carro.
Decime, si llueve?, salís igual?.
Si queres te regalo mi piloto, al menos podrías cubrirte la cabeza.
Sos amigo de los reyes magos?, ellos también podrían ayudarte.
Yo cuando tengo problemas llamo a los míos y me ayudan.
Yo seria tu camarada, tal vez espíe los paquetes, pero no tocaría ningún juguete que no sea para mi, no te preocupes.
Siempre me quedo despierto lo mas que puedo, aunque sea para ver como vuela tu trineo.
Todavía no lo vi, debe ser gigante. Tiene luces?.
Deberías afeitarte, sobre todo en verano.
Bueno querido santa, ya estoy teniendo sueño, espero que pases por mi casa, como lo hiciste hasta ahora.
Sos un capo.
Y si un día no llegas, no te preocupes.
Aunque no lo creas, nosotros te entenderíamos.
No se cuantos seremos pero imagino que muchos, repartidos por todo el mundo, que no solo pienso redondo, sino que además resbaloso.
Deberías contratar más enanos para tu fábrica de juguetes, podrías visitar todos los circos del mundo y darles empleo a esos chicos grandes con caras tristes, serian más felices.
Claro que habría menos enanos en los circos y eso seria un problema. A los niños nos gustan los enanos, están a nuestra altura.
Y si cambias a los renos por tigres?
Podrías bajar en la selva…nadie notaría la diferencia.
Y si te buscas una novia?.
Escuche por ahí que el amor resuelve un montón de cosas.
Ella podría ayudarte a envolver los juguetes en esos papeles coloridos y brillantes y además podría conducir tu carro.
Decime, si llueve?, salís igual?.
Si queres te regalo mi piloto, al menos podrías cubrirte la cabeza.
Sos amigo de los reyes magos?, ellos también podrían ayudarte.
Yo cuando tengo problemas llamo a los míos y me ayudan.
Yo seria tu camarada, tal vez espíe los paquetes, pero no tocaría ningún juguete que no sea para mi, no te preocupes.
Siempre me quedo despierto lo mas que puedo, aunque sea para ver como vuela tu trineo.
Todavía no lo vi, debe ser gigante. Tiene luces?.
Deberías afeitarte, sobre todo en verano.
Bueno querido santa, ya estoy teniendo sueño, espero que pases por mi casa, como lo hiciste hasta ahora.
Sos un capo.
Y si un día no llegas, no te preocupes.
Aunque no lo creas, nosotros te entenderíamos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)