26 enero 2010

El miedo

La mirada lo decía todo, tenía el color del agua sucia estancada en un recipiente plástico.
Su nariz aguileña, apuntando hacia mí, parecía una espada oxidada de doble filo; cuya punta rozaba mi cuello.
Si bien era de día, todo se tornaba noche frente a su figura curvada y sin alma.
Emanaba una especie de vapor de maldad de su oscuro cuerpo inmóvil, pero dispuesto a matar.
Hubiera escapado, pero no pude.
Se llamaba miedo y acabó conmigo.

1 comentario: