«somos lo que deseamos"
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Ana |
Sentada en el borde de su cama, se quitó lentamente sus tacos negros y acariciando suavemente sus pies, vestidos con unas finas medias de nailon, dejó que sus manos inventen un camino llegando decentemente hasta su cintura.
Su pollera negra de escasos centímetros y un pequeño tajo en su parte trasera, quedó junto con sus manos a la altura de su ombligo. Tomando la media con sus pulgares, y bajando suavemente, se despojó de ellas.
Acomodó tres almohadones contra el respaldo de su cama y apoyó su espalda procurando estar lo más cómoda posible.
Ya recostada desabrocho su sostén y en un solo movimiento se quito su musculosa roja junto con el corpiño. Solo quedó en su cuerpo una diminuta tanga blanca semicubierta por su pollera caprichosa que no quería huir de la escena.
Ya recostada desabrocho su sostén y en un solo movimiento se quito su musculosa roja junto con el corpiño. Solo quedó en su cuerpo una diminuta tanga blanca semicubierta por su pollera caprichosa que no quería huir de la escena.
Sobre la mesa marrón, justo debajo de un espejo añejado, en cuyo interior se reflejaban dos hermosos ojos azules cubiertos por unas finas lágrimas contenidas, su bolso dejaba ver la empuñadura de una pistola calibre 45.
Poco a poco entró en trance. Sus manos acariciaron lentamente sus pequeños pezones erectos; sus uñas perfectamente pintadas de un color rojo sangre, buscaban desesperadamente un lugar donde ocultarse. Hurgo en su delicado ombligo mientras arqueaba su cuerpo bello y fresco.
Abriendo sus piernas la invadió un olor irrefrenable e inacabable a sexo y sudor; temblando de ansiedad, por debajo de su tanga y salteando hábilmente su minifalda, ubicó la palma de su mano derecha sobre su clítoris rosado y ahora hinchado; con la otra mano increpó a si dilatada bulba colándose firmemente dos dedos hacia el interior de su vagina.
Mordiendo su labio inferior empapado en saliva y rimel, gimió como una gata en celo recibiendo penetrantes cuerpos soñados; leves espasmos invadieron su ser, al compás de delicados aunque intensos movimientos perfectamente coordinados.
Al cabo de unos 10 minutos, un fluido transparente y viscoso se deslizó entre sus inquietos dedos. Un volcán de lava recorrió un corto espacio, llegando en un instante a su ano, relajado y dilatado;
con absoluta libertad lo acarició mientras su vagina latente descargaba eternos polvos demorados, sus ojos casi desorbitados escurrían lágrimas de amor y locura.
con absoluta libertad lo acarició mientras su vagina latente descargaba eternos polvos demorados, sus ojos casi desorbitados escurrían lágrimas de amor y locura.
Una imaginada música llenó su habitación.
Un leve temblor recorrió su cuerpo recalando en sus hermosos pies, obligándolos a estirarse para volver a su lugar segundos después.
El tan deseado amor besó (al menos en sueños) sus labios perfectamente delineados y su cara aniñada dejo ver una pequeña sonrisa absurda.
Por unos segundos, la vida acabó.
Por un instante eterno, su vida explotó en espasmos sin ética ni moral.
Morbosas y egoístas sensaciones fueron solo suyas.
Ya libre de tanta agonía, prendió un cigarrillo y luego de dos largas pitadas, lo apago sobra la base de un pequeño cenicero azul.
Al otro lado de la ciudad, un hombre se arrastraba hacia su mesa de luz.
Al darse cuenta de su dificultad para incorporarse, desde el suelo y a pocos centímetros de su celular, extendió su mano sin lograr ni siquiera rozarlo.
Dando un certero golpe de patada sobre una de las cuatro patas de la mesita, esta cayó; entre papeles, un paquete de chiclets y un bolígrafo, yacía su móvil.
En un segundo noto que le faltaba la batería.
Apoyado sobre sus espaldas se arrastro hacia la puerta de entrada notando que dejaba una estela de sangre en cada perdido movimiento. Sus fuerzas ya eran pocas, sin embargo seguía con vida.
Respirando lentamente y tapando su estómago como si tapara una cañería pinchada, trató de encontrar la calma; una calma que ya no tenía.
Su sangre seguía brotando...
Su sangre seguía brotando...
Se estiró lo mas que pudo; con un esfuerzo sobrehumano logró agarrar la manija de la puerta.
Fue en vano, estaba cerrada con llave.
Fue en vano, estaba cerrada con llave.
-maldita puta!! -balbuceó.
Eran las 00.30 horas de una cerrada noche del mes de noviembre del año 1996, la ciudad de Nueva York empezaba a apagar sus luces...